Leandro N. Alem cambió la última letra de su apellido y su segundo nombre, para atenuar la permanente discriminación que sufrirá por el recuerdo de su padre: siempre fue el hijo del ahorcado o el hijo del mazorquero
Nos hallamos en los principios de la senda colocada frente a nuestros ojos, y es necesario recorrerla hasta el fin, en todas sus escabrosidades, a costa de todos los sacrificios, como corresponde a nuestra historia y a nuestros antecedentes nunca desmentidos ni manchados. Leandro Alem
Si alguna vez necesitáis la ayuda de un hombre joven de largas barbas, pronunciad mi nombre, y correré presuroso a ocupar mi puesto con el ardor, la fe y la esperanza de los primeros años! Leandro Alem