Sus amigos apostaron a que no era capaz de decirle a la reina Isabel de Borbón que sufría de cojera; sutilmente le dijo: "Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja". Ganó la apuesta.
Si haces bien para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no caritativo. Francisco de Quevedo