Julio. Mujeres suyas no tienen. Ahora bien, ¿qué de extraño hay en que tengan hijos, puesto que son hombres, no eunucos? Erasmo de Róterdam
Julio. Nosotros llamamos Iglesia a los templos sagrados, a los sacerdotes y especialmente a la curia romana y en primer lugar a mí, que soy la cabeza de la Iglesia. Erasmo de Róterdam
Julio. Que cada uno piense lo que quiera con tal de que hable bien o al menos guarde silencio. Ahora bien, el romano pontífice no puede ser censurado, ni siquiera por un concilio general. Erasmo de Róterdam
Julio. ¿Qué pasa aquí? ¿No se abre la puerta? Supongo que han cambiado la cerradura o está estropeada. Erasmo de Róterdam
Julio. ¿Quién sino la fuente de todas las leyes, el romano pontífice? A él corresponde, ciertamente, abolir la ley, interpretarla, ampliarla, restringirla, en la medida en que le parezca conveniente a sus intereses. Erasmo de Róterdam
Julio. Tú quizá sueñas todavía con aquella antigua Iglesia en la que tú en compañía de algunos famélicos obispos hacías de ponttífice completamente inútil, sometido a la pobreza, al sudor, a los peligros y a mil inconvenientes. Erasmo de Róterdam
Julio. Y yo digo que ya está bien de palabras. Si no obedeces al punto, lanzaré contra ti el rayo de la excomunión con el que alguna vez aterroricé a los más altos reyes e incluso reinos enteros. ¿Ves la bula preparada ya al respecto? Erasmo de Róterdam
La guerra no discute que esta o aquella ciudad deba obedecer a un buen príncipe antes que servir a un tirano, sino si se pone a nombre de Fernando o Segismundo, si paga el impuesto a Felipe o a Luis. Erasmo de Róterdam