De todos modos, la religión, bien podría decirse, las religiones, se han apresurado en todo tiempo a dirigir los instintos y movimientos humanos, causados o no por las estaciones, y a enderazarlos por los caminos de la virtud.
Ignacio Manuel Altamirano

Frases de Ignacio Manuel Altamirano - De todos modos, la religión, bien podría decirse, las religiones, se han apresurado en todo tiempo a dirigir los instintos y movimientos humanos, causados o no por las estaciones, y a enderazarlos por los caminos de la virtud.

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Quien sabe hacer música la hace, quien sabe menos la enseña, quien sabe menos todavía la organiza, y quien no sabe la critica.
Luciano Pavarotti
La razón como esperanza. Pero a costa de cuánta renuncia. Y quién le consolará al poeta del minuto que pasa, quién le persuadirá para que acepte la muerte de la rosa, de la frágil belleza de la tarde, del olor de los cabellos amados...
María Zambrano
Es un pensamiento tonto enseñar a los hombres a ser perros de mala raza en la paz y pensar que serán leones en la guerra
Arthur Conan Doyle
Puedo resistirlo todo menos la tentación
Oscar Wilde
El alma resiste mucho mejor los dolores agudos que la tristeza prolongada.
Jean-Jacques Rousseau
El que olvidar solicita, no olvida cuando se acuerda de que se acuerda que olvida.
Pedro Calderón de la Barca
Sólo hay una cosa que define una acción como buena o mala: si aumenta la cantidad de amor en el mundo, es buena. Si separa a las personas y crea animosidad entre ellas, es mala
León Tolstoi
Si la naturaleza ha creado al hombre y a la mujer desnudos, es imposible que éstos sientan aversión entre sí o tengan vergüenza de aparecer uno ante el otro desnudos.
Marqués de Sade
Como es sabido, la solución socialdemócrata del problema se basa en el concepto de que el régimen económico ruso es el de una sociedad burguesa, de la que sólo puede haber una salida dimanante necesariamente de la esencia misma del régimen burgués: a saber, la lucha de clase del proletariado contra la burguesía.
Lenin
En el mundo hay muchísimas Beth, tímidas y tranquilas, sentadas en rincones hasta que alguien las necesita y que viven para los demás tan alegremente, que nadie se da cuenta de los sacrificios que hacen hasta que el grillo del hogar cesa de chirriar y desaparece el dulce rayo de sol, dejando atrás silencio y sombra.
Louisa May Alcott