Los intentos de superar esa dualidad, de domesticar lo díscolo y domeñar lo que no tiene freno, de hacer previsible lo incognoscible y de encadenar lo errante son la sentencia de muerte del amor.
Zygmunt Bauman

Frases de Zygmunt Bauman - Los intentos de superar esa dualidad, de domesticar lo díscolo y domeñar lo que no tiene freno, de hacer previsible lo incognoscible y de encadenar lo errante son la sentencia de muerte del amor.

Más Frases


No cambia nada estar un poco sucio si mi cabeza es eficaz.
Pappo
Las ciudades son el abismo de la especie humana.
Jean-Jacques Rousseau
En el centro de las dificultades estriba la oportunidad
Bruce Lee
Les aterra oír que a los maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas. ¡Ah, la gente amiga de la paz! Es la más digna del odio de los patriotas.
Sabino Arana
Mi rostro visto en el espejo con una expresión de intolerable angustia, tan asolado y abrumado por el dolor que ni siquiera resulta posible llorar delante de algo tan feo, tan perdido
Jack Kerouac
Periodista es ese tipo que escribe a toda velocidad de cosas que generalmente ignora y lo hace de noche y la mayoría de las veces cansado o borracho y que no teniendo talento para ser escritor ni coraje para ser policía se queda sólo en un chismoso o en un simple confidente.
Manuel Vicent
Se supone que soy el soldado que nunca pierde la compostura aunque soporte todo el peso del mundo en mis hombros.
Eminem
Es fácil ver cómo donde hay sacrificios, alguien los está recogiendo. Donde hay servicio, alguien está siendo servido. El hombre que te habla de sacrificios está hablando de esclavos y amos, e intenta ser el amo
Ayn Rand
Las armas son instrumentos nefastos. El hombre del Tao nunca se sirve de ellas.
Laocio
El crimen del loco consiste en que se prefiere a los demás. Esta preferencia impía me repugna en los que matan y me espanta en los que aman. La criatura amada ya no es, para esos avaros, sino una moneda de oro en que crispar los dedos. Ya no es un dios: apenas es una cosa. Me niego a hacer de ti un objeto, ni siquiera el Objeto amado
Marguerite Yourcenar