Quiero ser el truco en tus trampas, quitarme el miedo, jugar tu juego, hacer lo que no puedo... Para que me quieras como quiero. Ricardo Arjona
La gente que no toma riesgos, normalmente comete dos grandes errores al año. La gente que toma riesgos, normalmente comete dos grandes errores al año. Peter Drucker
Un día, volvió, el celoso, de improviso. Se la encontró, a la guapiña, de palabrita arriba de dos caballeros; fue tan su conmoción, que sacó el revolver y disparó primero a ella y después a sí mismo, una bala en plena boca. Murieron abrazados. — Hacía un cuarto de hora apenas que había salido. Louis-Ferdinand Céline
Usté no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida. Roberto Fontanarrosa
Trabajar en filosofía -como trabajar en arquitectura, en muchos sentidos- es en realidad un trabajo sobre uno mismo. Sobre la propia interpretación. Sobre el propio modo de ver las cosas -y lo que uno espera de ellas-. Ludwig Wittgenstein
El trabajo es todo lo que se está obligado a hacer; el juego es lo que se hace sin estar obligado a ello Mark Twain
Los grandes episodios de la vida de las abejas, a saber: la formación y la partida del enjambre, la fundación de la ciudad nueva, el nacimiento, los combates y le vuelo nupcial de las jóvenes reinas, la masacre de los machos y el regreso del letargo del inverno. Maurice Maeterlinck
Quisiera mandarte únicamente palabras dulces y tiernas, de esas suaves como un beso que algunos saben decir pero que, en mi caso, se quedan en el fondo del corazón y expiran al llegar a los labios. Si yo pudiera, cada mañana tu despertar se vería perfumado por una olorosa página de amor. Gustave Flaubert
Estaba cantando una canción de amor; del amor que ha durado un millón de años. Virginia Woolf
Lo que importa es cuanto amor ponemos en el trabajo que realizamos. Teresa de Calcuta
Yo he conocido muchos narcos, y los hay que trafican para dar de comer a sus hijos. No lo apoyo, pero puedo tomarme una copa con uno para hablar, por interés, y los prefiero a quienes, de traje y corbata, firman un papel y alargan la mano Arturo Pérez-Reverte