Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.
Mariano José de Larra

Frases de Mariano José de Larra - Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.

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...la clase obrera necesita conquistar las reivindicaciones democráticas de carácter general sólo como medio para desbrozar el camino que conduce a la victoria sobre el enemigo principal de los trabajadores: el capital...
Lenin
La atención de la mujer casada debe centrarse en el marido y en los hijos. Como la del marido debe centrarse en su mujer y en sus hijos.
Josemaría Escrivá de Balaguer
La civilización es una terrible planta que no vegeta y no florece si no es regada de lágrimas y de sangre.
Arturo Graf
Double Fantasy no es el típico álbum que narre el romance entre un chico y una chica. Nos presentamos como una pareja y, en este caso, trabajar con tu mejor amigo es una gran alegría.
John Lennon
El odio no se acaba por el hecho de odiar en alguna ocasión. Se acaba por medio del amor. Esta es una ley inalterable.
Buda Gautama
Toda verdad, dígala quien la diga, es del Espíritu Santo
Tomás de Aquino
Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato. Tenía la carne floja, parecía como si le disgustara ser parte de mí.
Charles Bukowski
Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando.
Francisco de Sales
Si en una escuela de cien personas no hay un grupo dirigente de varias personas o una decena o más, formado de acuerdo con las circunstancias reales (y no reunido artificialmente) y compuesto de los profesores, empleados y estudiantes más activos, rectos y despiertos, esa escuela ha de marchar mal.
Mao Zedong
Si es una aventura miserable, todo el pueblo, toda la ciudad acude; pero si es un rayo de hermosura que viene a herir nuestro ojo, o un rayo de amor que viene a iluminar nuestro corazón, nadie se ocupa de ello.
Maurice Maeterlinck