No hay enemigo peor ni más dañoso para el alma que tú mismo, si no estás bien avenido con el espíritu
Tomás de Kempis

Frases de Tomás de Kempis - No hay enemigo peor ni más dañoso para el alma que tú mismo, si no estás bien avenido con el espíritu

Más Frases


Los premios tienen menos importancia que el hecho de que un niño de diez años te diga que ama al Capitán Sparrow
Johnny Depp
El tiempo es una pérdida de dinero.
Oscar Wilde
Si se continúa amando sinceramente lo que es en verdad digno de amor y no se derrocha el amor en cosas insignificantes y nulas e insípidas, se logrará, poco a poco, más luz y se llegará a ser más fuerte.
Vincent van Gogh
El pueblo de México, cansado ya de los abusos del clero y de las traiciones de los conservadores, se reunió en una gran multitud frente al palacio nacional, y por aclamación multitudinaria y por orden del gobierno de la república designo a Ignacio Ramírez para ejecutar y aplicar las leyes de reforma
Ignacio Manuel Altamirano
Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre.
Anne Frank
La ambición y la audacia vencen también, después de salvar infinidad de obstáculos.
Yoritomo Tashi
Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma
Carl Gustav Jung
Por tanto, la hipótesis religiosa ha de considerarse sólo un método más para dar razón de los fenómeno visibles del universo. Pero ningún razonador cabal se tomará la libertad de inferir de ella un hecho cualquiera o alterar o añadir lo más mínimo a los fenómenos.
David Hume
Cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, haya desaparecido de la existencia de todos los pueblos, entonces, justamente entonces, volverán a atravesar todo este aquelarre como fantasmas las preguntas: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y después qué?
Martin Heidegger
Todo el mundo desea saber, pero solo pocos están dispuestos a pagar el precio
Juvenal