En El mundo alucinante yo hablaba de un fraile que había pasado por varias prisiones sórdidas. Yo al entrar allí (el Morro), decidí que en lo adelante tendría más cuidado con lo que escribiera, porque parecía estar condenado a vivir en mi propio cuerpo lo que escribía.
Reinaldo Arenas

Frases de Reinaldo Arenas - En El mundo alucinante yo hablaba de un fraile que había pasado por varias prisiones sórdidas. Yo al entrar allí (el Morro), decidí que en lo adelante tendría más cuidado con lo que escribiera, porque parecía estar condenado a vivir en mi propio cuerpo lo que escribía.

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... de cuán ingenua era la idea de los instintos comunistas del mujik.
Lenin
Mayor experiencia tiene del mundo aquel que ha observado más que quien más ha vivido
Arturo Graf
Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro
José Martí
Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros.
Gilbert Keith Chesterton
Sofía.- Bien sabemos por experiencia que el mundo es justamente como un corcel brioso que se da perfecta cuenta de cuando lo monta alguien que no lo puede manejar con firmeza y entonces lo desdeña y trata de quitárselo de encima y una vez que lo ha tirado a tierra se pone a pegarle coces.
Giordano Bruno
Cada optimista se mueve junto con el progreso y los acelera, mientras que cada pesimista mantiene al mundo en un punto muerto
Helen Keller
¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales?
Benito Pérez Galdós
Si quieres saber lo que es la vida, pregúntate a ti mismo lo que es la muerte.
Friedrich Hebbel
No me parece conveniente tener hijos, pues advierto en el hecho de tener hijos múltiples y grandes riesgos y múltiples disgustos, más pocas satisfacciones y aún éstas menudas y débiles.
Demócrito
No es, pues, para nosotros para quien todo ha sido hecho, puesto que si nosotros no existiéramos, todo existiría igualmente. ¿Qué somos entonces ante los ojos de la naturaleza? ¿Por qué nos estimamos tanto?
Marqués de Sade