Tenía miedo de las dagas verbales.Temía la calma antes de la tormenta. Temía por mis propios huesos. Tenía miedo de tu seducción. Le temía a tu coacción. Tenía miedo a tu rechazo. Temía tu intimidación. Le tenía miedo a tu castigo. Tenía miedo de tus silencios helados. (Sympathetic Character - 1998). Alanis Morrissette
Nada causa tanto pesar al espíritu humano como el que, después de una rápida sucesión de acontecimientos que le llevan a un estado de congoja, se sucedan la mortal calma de la inacción y la certeza de lo irremediable, condiciones que le privan de experimentar tanto el miedo como la esperanza. Mary Shelley