La conciencia nos sirve, entre otras cosas, para descubrir que somos mortales. ¿No sería mejor no saberlo? Los animales no saben que van a morir –por lo menos eso suponemos- y no sufren la angustia de la muerte. ¿No deberíamos envidiarlos?.
Hubert Reeves

Frases de Hubert Reeves - La conciencia nos sirve, entre otras cosas, para descubrir que somos mortales. ¿No sería mejor no saberlo? Los animales no saben que van a morir –por lo menos eso suponemos- y no sufren la angustia de la muerte. ¿No deberíamos envidiarlos?.

Más Frases


Ninguno nace libre de vicios; y el hombre más perfecto es aquel que sólo tiene los pequeños.
Horacio
No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando mira su propia persona.
Alexander Pope
Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: 'Yo, el Estado, soy el pueblo'.
Friedrich Nietzsche
El nunca pierde la paciencia, ni duda, ni se queja; siempre tiene esperanza, trabaja y espera tan alegremente, que uno se avergüenza de conducirse de otra manera delante de él. Ayudándome y confortándome, me demostró que yo tenía que practicar todas las virtudes que deseaba que mis hijas poseyeran, porque yo era para ellas un ejemplo.
Louisa May Alcott
Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran.
André Gide
El pretexto para todas las guerras: conseguir la paz
Jacinto Benavente
Tenía orejas ideales para sostener el lápiz, y por eso hubo que dedicarle al comercio.
Ramón Gómez de la Serna
El mundo es más maleable de lo que piensas, y está esperando a que le des forma con un martillo.
Paul David Hewson
Te quiero en todos los tiempos y modos del verbo
Xhelazz
Me atrevería a afirmar que los vagos están mucho más capacitados para realizar cualquier cometido importante que las personas que se pasan la vida ejerciendo una profesión, simplemente porque conocen el mundo en el que viven al ser dueños de su tiempo.
José Miguel Monzón Navarro