No se deben presentar con trompetas las decisiones importantes de nuestras vidas. El destino ha de emprenderse en silencio.
Agnes De Mille

Frases de Agnes De Mille - No se deben presentar con trompetas las decisiones importantes de nuestras vidas. El destino ha de emprenderse en silencio.

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Jamás, ni por un instante, he visto claro dentro de mí mismo. ¿Cómo pretendes, entonces, que juzgue las acciones de los demás?
Maurice Maeterlinck
El periodismo es como una arena movediza, lo odias, pero estás dispuesto a lo que sea por conseguir una noticia. Es un vicio.
Mario Vargas Llosa
Quiero aprovechar, como amante de la Fórmula 1, para felicitar al corredor alemán Michael Schumacher por su triunfo en el Gran Premio de San Marino. Da gusto ver en lo más alto del podium a personas ni fatuas, ni engreídas, ni desagradecidas. Espero que continúe la racha.
Antonio Gasset
Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud.
Manuel Belgrano
Mi trabajo tiene que ver con la aventura y el trabajo en equipo en algunas de las más inhóspitas selvas, montañas y desiertos del planeta. Si usted no es capaz de cuidar de sí mismo y con los demás, entonces la gente muere.
Bear Grylls
La única fe salvadora es la que se arroja así en Dios, para la vida y para la muerte
Martin Heidegger
Mis fracasos han sido errores de juicio, no de intenciones.
Ulysses S. Grant
Por esto un Samurái debe conocer sus debilidades y pasar su vida corrigiéndolas sin jamás tener el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente. No debe, naturalmente, tener demasiada confianza pero tampoco sentirse inferior.
Yamamoto Tsunetomo
El catolicismo, judaísmo latino, salpicó de un hollín indeleble la exuberancia del Mediterráneo. ¿Cómo pudo florecer en sus riberas bañadas de un sol divino? El cristianismo es una reacción contra el sol y en su vertiente católica un ataque contra él que merece un capítulo aparte.
Emil Cioran
¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
Antoine de Saint-Exupéry