Cruzarse con una mujer en la calle, mirarla, decirle una palabra y no olvidarla más, ¿qué milagro es éste? ¿Por qué esta mujer y no aquélla? Invocad la razón, el hábito, los sentidos, la cabeza, el corazón y explicadlo si podéis. No encontraréis más que dos cuerpos, uno aquí y otro allá, y entre ellos, ¿qué? El aire, el espacio, la inmensidad. Alfred de Musset
La Cruz es de Dios, y no debemos sólo mirarla sino conformarnos con ella, como haríamos con una persona con la que nos viéramos obligados a convivir. Sin pensarlo más, hay que cargar con ella dulcemente, tomando las cosas con sencillez, como venidas de la mano de Dios, sin más reflexiones. Desnudez y pura simplicidad de espíritu Francisco de Sales