La historia de Sócrates, que nadie osa dudar, no está tan bien atestiguada como la de Jesucristo.
Jean-Jacques Rousseau

Frases de Jean-Jacques Rousseau - La historia de Sócrates, que nadie osa dudar, no está tan bien atestiguada como la de Jesucristo.

Más Frases


Han existido músicos que para el mundo nunca morirán, pero que por desgracia ellos mismos personalmente murieron de hambre, y han existido personas a las que les fue cumplido cada deseo y a pesar de ello, y gracias a Dios, han desaparecido ante los ojos de la humanidad
Adolf Hitler
Es el espíritu y no el cuerpo el que hace una unión duradera
Publilio Siro
La verdad al cien por cien existe tan poco como el alcohol al cien por cien.
Sigmund Freud
La soberanía no puede ser representada por la misma razón de ser inalienable; consiste esencialmente en la voluntad general y la voluntad no se representa: es una o es otra. Los diputados del pueblo, pues, no son ni pueden ser sus representantes, son únicamente sus comisarios y no pueden resolver nada definitivamente. - El Contrato Social
Jean-Jacques Rousseau
He escrito en mi libro lo que creía, y sigo creyendo, que es la verdad. He escrito sólo lo que he pensado, sentido y sufrido.
Vasili Grossman
Una capital, por el contrario, se abre a las mercancías, a las ideas, a los emigrantes, da publicidad a sus últimos caprichos. La provincia detestaba semejante obscenidad. Ese pretendido lustre le parecía una baratija se tomaba tiempo para asimilar lo que venía de fuera
Pierre Sansot
Cuanto más aprendo a deleitarme en una ausencia de razones de ser o a actuar sin ninguna utilidad como no sea hacer más llevadero el tedio, más hombre soy. Labrador en el Sahara, ésa es su dignidad. Un animal que puede sufrir por lo que no es. He ahí al hombre.
Emil Cioran
La ciudad ideal es aquella en la que todo es escuela.
Albert Jacquard
Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece
Franz Kafka
No votaba, apenas pagaba algunos impuestos; no podía engreírme ni de los derechos del contribuyente, ni de los del elector, ni siquiera del humilde derecho a la honorabilidad que veinte años de obediencia confieren al empleado. Mi existencia comenzaba a asombrarme seriamente. ¿No sería todo una simple apariencia?
Jean-Paul Sartre