No me hables como si comprendieras mis pecados. —No me hables tú a mí como si supieras qué comprendo y qué no comprendo. Alvin se rió, sombrío. —Oh, qué boca tienes. —No tienes respuesta para lo que he dicho, así que me reprochas lo que digo. —No voy a reprocharte nada. Te he dicho que no vengas conmigo. Orson Scott Card